viernes, 26 de febrero de 2010

VIDA EN CRISTO

La misión de Jesús fue impartir vida, vida de calidad. Su gran deseo fue que todo hombre alcanzara este conocimiento que consiste en conocer el amor de Dios, y que este conocimiento fuera tan abundante que todos pudiesen en verdad estar llenos de la plenitud de Dios según él mismo lo determinara: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17,3). El apóstol San Pablo diría en Efesios 3,16-19: “para que sean “llenos de toda la plenitud de Dios”.


La “plenitud” a la que se refiere Pablo, como la palabra “vida” usada en este caso por Jesús, incluye toda clase de bienes espirituales, y al agregar “para que la tengan en abundancia” se refiere a una vida de excelencia, con un contenido mayor de lo que se podría pedir o esperar; porque lo que Cristo ofrece es siempre algo más y mejor de lo que se espera, pues es la seguridad de una vida normal, y sobre todo de una vida eterna a partir de ese momento crucial cuando lo recibimos y lo hacemos nuestro (1 Juan 5,11 y 12).


Estamos buscando una respuesta a la afirmación de Jesús. No hay que perder de vista la introducción “Yo he venido…”. San Pablo les dice a los Gálatas que “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envío a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (4,4), algo que les costó aceptar a los críticos de Jesús y que rechazaron incorporar en su agenda histórica, (Juan 1,11). Pero para nuestro caso, importa encontrar las respuestas racionales en el contexto de la vida cristiana diaria a la luz de las Escrituras en un aquí y ahora como una premisa para poner al día el mensaje de Jesús.


La vida en abundancia de la que hace referencia Jesucristo es la de vivir una vida cristiana victoriosa que se pone en marcha desde el primer escalón —que no es otro que la conversión— y sigue ese camino con la mirada puesta exclusivamente en el Señor.


La vida en abundancia de la que hace referencia Jesucristo es la de vivir una vida cristiana de calidad tal que nadie dude de su autenticidad, pudiendo distinguir entre lo verdadero y lo falso, vano, engañoso, efímero, superficial.


La vida en abundancia de la que hace referencia Jesucristo es la de una vida cristiana en permanente crecimiento en la gracia y en el conocimiento del Señor. Es un manantial conductor de vida salvífica, que se expresa en aquello de “dad y se os dará”. No es un charco de agua estancada, sino un río de agua viva que brota desde lo más íntimo de nuestro ser.


La vida en abundancia de la que hace referencia Jesucristo es la de vivir una vida cristiana con reglas y cuentas claras que dan como resultado una conciencia en paz con Dios y con el prójimo, a quien estamos llamados a amar como a nosotros mismos.


La vida en abundancia de la que hace referencia Jesucristo es la de vivir la vida cristiana en permanente relación con Dios como amigo y como Padre. Sus caminos son desconocidos y sólo pueden descubrirse cuando se vive en estado de dependencia de Él y en la búsqueda de su voluntad. Para el creyente Dios es algo más que un presupuesto teológico, más que un concepto, más que una doctrina o una creencia. Es encontrar la vida que es luz, que renueva las fuerzas y alumbra en cada instante el camino por el cual debemos transitar.

La vida en abundancia de la que hace referencia Jesucristo es la de vivir la vida cristiana con recursos que proporcionan la esperanza y el amor. Son los recursos que vienen del Trono de la Gracia y que más allá de nosotros, siempre habrá algo más que nosotros mismos.

Esos recursos son los valores eternos y supremos que sostienen nuestro ser cuando ya no hay “contentamiento” (Eclesiastés 12,1).

La vida en abundancia de la que hace referencia Jesucristo es la de vivir la vida cristiana “a pesar de todo”; confiar en el Señor “pase lo que pase”; estamos en sus manos, las manos más poderosas del universo. Ser cristiano no es una póliza de seguro contra sufrimientos y adversidades; pero el cristiano equipado con las promesas del Salvador estará siempre preparado para aceptar cualquier situación y valerse aun de la adversidad misma poniéndola al servicio del Señor.

La vida en abundancia de la que hace referencia Jesucristo es en definitiva cuentas y sin intentar agotar el profundo significado de la afirmación de Jesús -vivir en estos términos cuando se vive en el espíritu de la cruz-. La cruz está en el contexto de la parábola cuando Jesús añade a su afirmación “doy mi vida por las ovejas”. Aquí tenemos la evidencia suprema de la fidelidad del Señor para con los suyos, porque “el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida para la salvación de muchos” (Mateo 20,28).

“… Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia”
(Juan 10,10b)