miércoles, 31 de marzo de 2010

CERRANDO CIRCULOS


Hace muchos, muchos años, en un monasterio budista ubicado entre cerros, salieron una noche a caminar un monje con su discípulo. El maestro quería enseñarle lo que los oídos pueden escuchar en el silencio de la noche.

Salieron del monasterio a las 9:00 de la noche con la finalidad de regresar a las 5:00 de la mañana.

Caminaron entre arbustos, árboles, matorrales, colinas, cerros, valles, ríos, lagunas, lluvia y frío. Ya casi a la una de la mañana encaminados al monasterio a fin de llegar a la hora planificada, vieron a una mujer bastante bella sentada en la orilla de un riachuelo. Al acercarse para preguntarle si sucedía algo, ella le dijo al maestro que deseaba cruzar el riachuelo pero no podía por temor a que la corriente del agua se la lleve.
El maestro en un gesto de solidaridad, la cargo y la llevó hasta el otro lado de la orilla.
Maestro y discípulo prosiguieron su camino de retorno. El maestro notó que desde el encuentro con la mujer el alumno se había quedado pensativo, ya no hablaba, estaba como ensimismado.
Cuando después de cuatro horas llegaron al monasterio, antes de ingresar, el alumno le preguntó al maestro:
- Maestro ¿no nos enseñan ustedes que no debemos acercarnos a mujeres y menos si estas son bonitas?
- Sí, así es.
- ¿entonces por qué usted no solo se acerco a la mujer del riachuelo, sino que también la cargo?
- El maestro sonriendo le respondió: “yo la cargué hasta el otro lado de la orilla, en cambio tú, te la has traído cargada todo el camino”.

Decía San Agustín que para Dios a diferencia de nosotros, el tiene en sus manos el pasado-presente, el presente-presente y el futuro-presente. Nosotros en cambio ni siquiera nos manejamos en tres ni en dos tiempos sino sólo en uno: el presente, del futuro no sabemos nada y del pasado nada podemos hacer, mucho menos cambiar.

Cuantas veces en nuestras vidas tenemos problemas, frustraciones, decepciones, sufrimientos que en su momento nos atormentan, lloramos, sufrimos, pero poco a poco los vamos dejando, sin embargo hay personas que no pueden o no quieren abandonar esos hechos y se quedan “enganchados” en ellos y les sucede lo mismo que al discípulo del cuento… van por la vida cargándolos.

Esta carga a veces es tan pesada que nos limita el futuro y nos arruina. Nos hace vivir “partidos”. Nuestro cuerpo está en el año 2010, pero nuestra mente, nuestra alma sigue viviendo en el año en que sucedieron los hechos, estamos, por ende divididos (“un hombre interiormente dividido será inconstante en todos sus caminos” –Santiago 1, 8).


¿Pero que sucede cuando esa carga no solo es una simple carga?. Cuando alguien nos ha hecho algo que sentimos que de alguna manera nos ha venido a “reventar” la vida, que nos ha fallado, mentido, burlado, traicionado, –especialmente me refiero al campo sentimental o laboral- esa carga se vuelve un saco de rencor, dolor, fastidio, venganza disfrazada, SUFRIMIENTO y de eso se va alimentando nuestra alma…¡vivimos envenenados!!!.



Lo más irónico de esta situación es que nada nos sale bien en la vida. Tenemos una desilusión amorosa y, y, y, mientras no olvidemos eso, mientras no nos sacudamos de esa carga, mientras no sanemos esa herida nos estamos condenando a nosotros mismos, nos estamos negando la posibilidad de poder encontrar un nuevo amor porque no nos llegará nadie con el deseo de querer algo bueno con nosotros. Es algo así como que expiramos rechazo.


Nuestra inconciencia nos lleva -a pesar de querer cerrar el círculo-, cometer el gravísimo error que en el intento de cerrarlo y ponerle fin a tanto dolor envidia, etc. lo volvemos a empezar haciendo de nuestro problema un espiral en el que cada vez que lo queremos cerrar, de nuevo lo reabrimos y el espiral vuelve a empezar…¡el drama agarra nueva vida!...¡el fantasma se despierta otra vez!...¡el sufrimiento, la frustración, siguen!


Te has dado cuenta que las personas que van “cargando” hechos desagradables que les tocó vivir, son personas que no han cerrado esas heridas emocionales y por eso adoptan papeles de víctimas o se vuelven personas conflictivas, intolerantes.
Las personas que van “cargando” hechos desagradables que les tocó vivir, son personas que no han cerrado esas heridas emocionales y por eso tienen temor a establecer relaciones serias de pareja y por ello son super encantadores cuando las relaciones se mantienen en lo superficial, pero, a medida que se les pide asumir compromisos, o que ven que las relaciones van tomando visos de madurez, provocan adrede situaciones que lleven a la ruptura.

Si no han cerrado adecuadamente sus heridas, cuando son padres, estas personas se interponen continuamente en las relaciones sociales y amorosas de sus hijos, manifestando que ninguna persona “da la talla” de lo que su hijo(a) merece.Pueden llegar al extremo de manipular a sus propios hijos para obtener ganancias secundarias, como por ejemplo, asegurarse la compañía y mantenimiento de sus hijos hasta el día en que ellos se mueran (síndrome de Munchausen).

Cuando no queremos “CERRAR CÍRCULOS” en nuestra vida, nos quedamos “pegados”, “enganchados” y solo atraemos más de lo mismo. Somos los “hemipléjicos invisibles” donde todos nos ven enteros pero la mente y el alma las paseamos en una silla de ruedas llamada cuerpo.

La vida va hacia delante, nunca para atrás. Si vas por la vida con el “por si acaso” y por ese por si acaso nunca cierras puertas, cierras capítulos, cierras círculos, nunca podrás vivir el día de hoy, este presente, el presente y mucho menos aspirar un futuro como el que te gustaría.

Deja todo lo que te pesa y recuerda siempre que el drama esta en tu cabeza, lo aceptas o lo rechazas, lo “disecas” o lo alimentas. Ya pasó todo y lo que te hubiese gustado decir y no se pudo…no se pudo… lo que te hubiese gustado hacer y no se pudo…no se pudo, pero ya, vasta, nos torturamos estúpidamente, nos estrangulamos mentalmente. Despréndete de esos recuerdos, de esos sentimientos que NADA ni NADIE es indispensable para tu felicidad, para que tú triunfes como persona. Tú y yo tenemos una deuda con Dios, Él nos hizo para ser grandes, felices, triunfadores, prósperos, exitosos.

Que no te importe la situación económica en la que ahora te encuentras, ni la condición social a la que perteneces, si vives en Perú o en Estados Unidos, todo puede y cambia en un segundo. Recuerda que Moisés vivió 120 años. Los primeros 40 vivió creyendo que era ALGUIEN, los 40 siguientes viendo que no era NADIE y los últimos 40 descubriendo lo que Dios puede hacer con ALGUIEN que no es NADIE.

Pídele a Dios que te ayude a cerrar tus círculos…”vengan a mí los que se sienten cansados y agobiados que YO los aliviaré” (Mateo 11,28)

Un orador había sido invitado por una gran compañía para dictar una serie de cursos a su personal.
Luego de los respectivos saludos y presentaciones del caso, el hombre sacó de su bolsillo un billete de cien dólares y ante las 500 personas presentes preguntó:
¿Quién quiere este billete?, por lo que todos levantaron la mano. Luego dijo: se lo voy a dar a alguno de ustedes pero antes permítanme hacer esto…y lo comenzó a arrugar hasta convertirlo en una pelotita de papel.
Volvió a preguntar: ¿y así quien todavía lo quiere? Y todos volvieron a levantar la mano.
Bien, dijo, ¿y si le hago esto?...y tirándolo al suelo comenzó a pisotearlo una y otra vez.
El billete, hecho una pelotita, arrugado totalmente, pisoteado y sucio lo levantó y volvió a preguntar: ¿y así como está quién todavía lo sigue queriendo? Y toda la audiencia levantó la mano a lo que él respondió: Amigos, han aprendido una lección muy valiosa.No importa todo lo que le hayan hecho al billete, ustedes de cualquier manera lo quieren porque su valor no ha disminuido. Sigue valiendo los mismos cien dólares.

Muchas veces en nuestras vidas, caemos, nos arrugamos o nos revolcamos, somos pisoteados hasta llegar a sentir que no valemos nada. Pero no importa lo que hayamos pasado o cuanto pudo ocurrirnos porque nunca, pero nunca perdemos el valor que tenemos ante los ojos de Dios. Sucios o burlados, ofendidos o abatidos seguimos valiendo lo mismo para Jesucristo.

Me busqué a mí mismo, y no me encontré. Busqué a Dios, y se me escondió. Deje de cargar lo que me dañó, al que me dañó y Dios me cargó a mí.
CIERRA TUS CÍRCULOS, NO CARGUES NADA NI A NADIE…¡OLVIDA TODO Y VUELVE A VIVIR!!!

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