lunes, 22 de marzo de 2010

¿ Y SI MIRYAM SÍ MURIÓ ?

- Buenos días, un cafecito por favor
- Sí, sí, caliente pero me lo da cargado por favor.
- ¡No hombre! Con bastante esencia, ¡¿no me vas a cargar mientras me lo tomo?!
- Gracias.

Realmente como me gustan las mañanas lloviendo, sentado frente a un ventanal con una taza de café, un cigarrillo encendido y viendo como la gente transita por la calle. Ponerme a leer un libro relacionado a las cosas de Dios, a sus misterios y luego comenzar a cuestionarme con el único fin de yo también tratar de buscar la verdad de lo que esta escrito.

Camino al café venía leyendo un librito muy interesante sobre la virgen María y a veces uno cree que sabe mucho o poco pero lo único cierto es que siempre se aprende algo. Por ejemplo, el verdadero nombre de la Virgen no es María sino Miryam.

Miryam es un nombre conocido en el Antiguo Testamento por haber sido el nombre de la hermana de Moisés y Aarón. Originalmente está escrito como Miryām pero al realizar la versión bíblica de “Los Setenta” en los evangelios la mencionan como Mariám el cambio en la primera vocal señala tal vez la pronunciación corriente, del arameo que se hablaba en Palestina antes del nacimiento de Cristo. Por consiguiente María es la forma helenizada de la palabra.

¡Lo que vale el saber!, especialmente porque a uno no lo agarran de tonto –eso en lo mundano- pero en lo espiritual: …” ante el Señor no hay sabiduría que valga, ni inteligencia, ni buenas ideas”… (Proverbios 21,30).

Así como uno se pasa toda su vida creyendo a rajatabla que el nombre de la Virgen es María y viene a enterarse con lo años que María es una distorsión de su verdadero nombre Miryam, me puse a pensar en cuántas cosas habrán metidas en la religión que, -por ponerle un nombre de moda-, son paradigmas y por ende las aceptamos. Vivimos por ellas y hasta podemos morir por ellas.

¿Qué pasaría si yo digo que la virgen María sí murió?, ¿la hace menos Virgen?, ¿le quita su santidad?, ¿deja de ser la bienaventurada?, ¿ya no es la Madre de Dios?.

Es sabido que la muerte no es condición esencial para la Asunción y es sabido, también, que el Dogma de la Asunción no dejó definido si murió realmente la Santísima Virgen. Había para entonces discusión sobre esto entre los Mariólogos y el Papa Pío XII prefirió dejar definido lo que realmente era importante: que María subió a los Cielos gloriosa en cuerpo y alma, soslayando el problema de si fue asunta al Cielo después de morir y resucitar, o si fue trasladada en cuerpo y alma al Cielo sin pasar por el trance de la muerte, como todos los demás mortales (inclusive como su propio Hijo, Jesucristo, verdadero Dios).

Durante la audiencia general del miércoles 25 de junio de 1997, en el Vaticano, Juan Pablo II, en una de sus Catequesis titulada por el Osservatore Romano como “La Dormición de la Madre de Dios”, nos recordaba que:Pío XII y el Concilio Vaticano II no se pronuncian sobre la cuestión de la muerte de María. Pero aclara que “Pío XII no pretendió negar el hecho de la muerte; solamente no juzgó oportuno afirmar solemnemente, como verdad que todos los creyentes debían admitir, la muerte de la Madre de Dios”.


Prosigue su santidad diciendo: ,“existe una tradición común que ve en la muerte de María su introducción en la gloria celeste”. Se refiere posiblemente a que, como afirma Antonio Royo Marín o.p., la Asunción gloriosa de María, después de su muerte y resurrección, reúne un apoyo inmensamente mayoritario entre los Mariólogos.

Más adelante Juan Pablo II da más datos sobre la muerte de María en la Tradición de la Iglesia:
Santiago de Sarug (+521): “El coro de los doce Apóstoles” cuando a María le llegó “el tiempo de caminar por la senda de todas las generaciones”, es decir, la senda de la muerte, se reunió para enterrar “el cuerpo virginal de la Bienaventurada”.

San Modesto de Jerusalén (+634), después de hablar largamente de la “santísima dormición de la gloriosísima Madre de Dios”, concluye su “encomio”, exaltando la intervención prodigiosa de Cristo que “la resucitó de la tumba” para tomarla consigo en la gloria .

San Juan Damasceno (+704), por su parte, se pregunta: “¿Cómo es posible que aquélla que en el parto superó todos los límites de la naturaleza, se pliegue ahora a sus leyes y su cuerpo inmaculado se someta a la muerte?”. Y responde: “Ciertamente, era necesario que se despojara de la parte mortal para revestirse de inmortalidad, puesto que el Señor de la naturaleza tampoco evitó la experiencia de la muerte. En efecto, El muere según la carne y con su muerte destruye la muerte, transforma la corrupción en incorruptibilidad y la muerte en fuente de resurrección”.

(Es importante no descuidar el detalle de como estos padres de la iglesia dijeron esto en vida y después la Iglesia, ya muertos, los elevo a Santos… entonces ni la Iglesia ni ellos podían estar tan locos.)

Continúa Juan Pablo II: “¿Es posible que María de Nazaret haya experimentado en su carne el drama de la muerte? Reflexionando en el destino de Maria y en su relación con su Hijo Divino, parece legítimo responder afirmativamente: dado que Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario por lo que se refiere a su Madre” Cristo, el Hijo de Dios e Hijo de María, murió. Y ¿puede ser la Madre superior al Hijo de Dios en cuanto a la muerte física? Es cierto que la Santísima Virgen María, habiendo sido concebida sin pecado original (Inmaculada Concepción) tenía derecho a no morir”… “El hecho de que la Iglesia proclame a María liberada del pecado original por singular privilegio divino, no lleva a concluir que recibió también la inmortalidad corporal. La Madre no es superior al Hijo, que aceptó la muerte, dándole nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación”.

Nuevamente Juan Pablo II aclara aún más este punto: “Cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que, desde el punto de vista físico le haya producido la muerte, puede decirse que el tránsito de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en este caso la muerte.


No ha existido Papa en la historia de la Iglesia Católica
que haya sido más mariano que Juan Pablo II



Lema del Papado de Juan Pablo II en alusión a la Virgen María: “Todo Tuyo” y en el escudo Papalmando a imprimir la “M” de María


. “Hasta el Siglo IV no hay documento alguno escrito que hable de la creencia de la Iglesia, explícitamente, acerca de la Asunción de María. Sin embargo, cuando se comienza a escribir sobre ella, todos los autores siempre se refieren a una antigua tradición de los fieles sobre el asunto. Se hablaba ya en el Siglo II de la muerte de María, pero no se designaba con ese nombre de muerte, sino con el de Tránsito, Sueño o Dormición, lo cual indica que la muerte de María no había sido como la de todos los demás hombres, sino que había tenido algo de particular. Porque aunque de todos los difuntos se decía que habían pasado a una vida mejor, no obstante para indicar ese paso se empleaba siempre la palabra murió, o por lo menos `se durmió en el Señor', pero nunca se le llamaba como a la de la Virgen así, especialmente, y como por antonomasia, el Tránsito, el Sueño”.

El argumento litúrgico tiene gran valor en teología, puesto que en la aprobación oficial de los libros litúrgicos está empeñada la autoridad de la Iglesia, la cual iluminada por el Espíritu Santo, no puede proponer a la oración de los fieles fórmulas falsas o erróneas y desde la más remota antigüedad, la liturgia oficial de la Iglesia recogió la doctrina de la muerte de María. Existían dos oraciones “Veneranda nobis...” y “Subveniat, Domine ...” , las cuales estuvieron en vigor hasta la declaración del Dogma (1950) y recogen expresamente la muerte de María al celebrar la fiesta de su gloriosa Asunción a los Cielos. Las oraciones posteriores a la declaración del Dogma, por razones obvias, no aluden a la muerte.

Así decía la oración “Veneranda nobis”: “Ayúdenos con su intercesión saludable, ¡oh, Señor!, la venerable festividad de este día, en el cual, aunque la santa Madre de Dios pagó su tributo a la muerte, no pudo, sin embargo, ser humillada por su corrupción aquélla que en su seno encarnó a tu Hijo, Señor nuestro”. “La Iglesia, pues, tanto la Griega, como la Latina, creyeron siempre, no solamente como posible, sino como regla, en la muerte de María, y en las más antiguas Liturgias de ambas Iglesias se encuentra siempre la celebración y el recuerdo de la muerte de María, con el nombre –como ya mencioné- de Dormición, Sueño o Tránsito de Nuestra Señora.


¿Y si murió, de qué murió la Virgen María?. El Padre Joaquín Cardoso, sacerdote jesuita, cita a SAN Alberto Magno: “Creemos que murió por amor y de amor” y apoyan esta afirmación SAN Francisco de Sale y SAN Alfonso María de Liborio y veamos qué nos decía Juan Pablo II sobre las causas de la muerte de la Madre de Dios: “Más importante es investigar la actitud espiritual de la Virgen en el momento de dejar este mundo”. Entonces se apoya en San Francisco de Sales, quien considera que la muerte de María se produjo como un ímpetu de amor. En el Tratado del Amor de Dios habla de una muerte “en el Amor, a causa del Amor y por Amor”.

- Flaco, flaco, ven un ratito por favor.
- ¿a qué hora me vas a traer mi cafecito?.
- No te vayas, no te vayas, una pregunta: ¿tú crees en la virgen María?
- ¡a que bueno, te felicito?
- Una pregunta más: ¿tú crees que la Virgen María murió?
- ¡ESTÁ BIEN, ESTÁ BIEN, ERA SÓLO UNA PREGUNTA!!!!!!. NO-DIJE-NADA.

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